Animales merecen un fin de año sin pirotecnia
Una de las tradiciones que acompaña a la última noche del año suele ser la pirotecnia, con la que fácilmente se superan los 110 decibelios. El impacto sonoro que conlleva afecta a colectivos vulnerables y biodiversidad. Por ello, la Fundación Franz Webber pide que se tengan en cuenta los efectos nocivos para erradicar su uso.
Fuegos artificiales y petardos pueden suponer una “auténtica tortura”, señala en un comunicado la asociación naturalista, sobre todo para personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) o hiperacusia, entre otros.
No se trata de un problema únicamente de contaminación acústica, sino también de exposición a humos metalíferos “potencialmente negativa”, advierten los naturalistas, para personas con dolencias respiratorias tan habituales como el asma.
Por otra parte, la alta sensibilidad auditiva de los animales involucra que puedan padecer a consecuencia de la pirotecnia shocks, ataques de ansiedad o epilepsia que, en ocasiones, conducen incluso a la muerte.
En el caso de los animales domésticos, la situación es prevenible si se les aleja del impacto sonoro y se bajan las persianas. Un mecanismo que no está al alcance de la fauna silvestre.
Algunas de las propuestas que la Fundación lanza a ayuntamientos y ciudadanía para paliar esta situación se centran en espectáculos nocturnos con uso de drones o fuegos artificiales de bajo impacto sonoro.
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