La Pachamama sobrevive a sus depredadores
La Tierra, nuestra Pachamama, es en este momento, -paradójicamente hablando- junto a millones de especies que la habitan, la verdadera sobreviviente, la gran beneficiada con esta pandemia del nuevo coronavirus Covid-19 y la cuarentena impuesta en todo el planeta, pues lo que está ocurriendo es como diría Lao Tse: “La vuelta al Tao, al Camino, a la Senda perdida”, como consecuencia de la violación del hombre a las Leyes Divinas… “Es Causa y Efecto”, es efecto y causa.
Mientras que millones de seres humanos, -los verdaderos depredadores- estamos confinados en nuestras casas, (¿jaulas?) de las ciudades y pueblos, para protegernos del contagio; pareciera haber una toma de conciencia, al percatarnos que este respiro y descanso necesarios para la Madre Tierra, han permitido a sus más inocentes criaturas que la habitan desde hace millones de millones de años, reaparecer como por arte de magia y como si fuera una respuesta moralizante al hipócrita y pueril comportamiento que con ella hemos tenido y nos hace responsables del daño ecológico que le hemos infringido, durante casi toda nuestra existencia.
Ese repentino “cambio” del cual disfruta hoy la Pachamama, lo vemos en la rica multiplicidad de aves que revolotean y trinan alegres y libremente por los cielos, en los grandes cardúmenes de peces y enormes criaturas que asoman y ondean sus aletas en nuestros ríos, mares y costas, al igual que en el comportamiento inusual de animales silvestres y ariscos que caminan y conviven despreocupados y sin miedo, por las ciudades más mecanizadas e industrializadas del mundo.
Le habíamos robado sus espacios y destrozado sus hábitats, su natural forma de vida en la Tierra. Le habíamos hecho lo mismo que el coronavirus nos hace a nosotros en estos momentos: confinarnos y robarnos lo que llamamos “nuestros espacios”.
Por ahora, la hija predilecta del Universo, su esplendorosa vida vegetal y animal respiran un oxígeno más limpio y menos cargado de emisiones contaminantes y mortales para el medio ambiente. Tanto así, que, entre muchos otros cambios y fenómenos naturales ocurridos entre los meses de marzo y abril, -a la luz de la conjunción Cielo- Tierra-Hombre- sobresale la recuperación de su capa de ozono. Hoy su limpia atmósfera, con su singular color azul, hace que nuestro planeta, se ilumine con sus noches bellamente estrelladas
Texto Orlando Ugueto/Ilustración Edgar Guerrero
Fuente Cenaf