Radiografía de una corrida de toros
Una corrida de toros, mal llamada «fiesta brava», es indudablemente un espectáculo sangriento, cruel, morboso, comparable con los circos romanos de la antiguedad en donde enfrentamientos a muerte entre cristianos, esclavos y animales salvajes, se usaban para domesticar a las masas. La Tauromaquia, «no es arte ni cultura… es la tortura hecha espectáculo», afirma Sputnik Mundo.
Y de repente el toro miró hacia mí. Con la inocencia de todos los animales reflejada en los ojos, pero también con una imploración. Era la querella contra la injusticia inexplicable, la súplica frente a la innecesaria crueldad”.
Antonio Gala
A continuación describimos en detalle una corrida de toros:
El encierro en la oscuridad
Antes de la corrida se encierra al toro en un cajón oscuro (chiquero), lo que tiene el efecto de aterrorizarlo. Cuando lo sueltan y antes de que llegue al ruedo, le clavan el primer arpón de puntas aceradas (divisa). Un animal previamente maltratado, manipulado, encerrado en la oscuridad y con el dolor que le produce la divisa, recorre al galope el ruedo en una actitud aparentemente furiosa. Realmente, cuando el toro desemboca en la plaza, es un animal aterrorizado que busca desesperadamente la salida.
Los puyazos
El picador debe clavar la pica en el cuello del toro delante de la cruz. Teóricamentedebe penetrar sólo la punta de acero de 3 centímetros, pero siempre clavan también los 11 centímetros que siguen hasta el tope, lo que representa heridas de 14 centímetros de profundidad y hasta 40 de extensión, que producen al toro un dolor intensísimo y que lo destroza por dentro. Algunos picadores retuercen la pica para aumentar la penetración, se apoyan en la barrera y hieren detrás del morrillo o en el costado para provocar una hemorragia abundante o perforar el pulmón. Si el toro le parece al torero demasiado peligros o el picador lo «castiga» escrupulosamente dejándolo chorreando sangre, medio muerto y limitado grandemente en su capacidad de movimiento. Cada toro recibe una media de 3 ó 4 puyazos.
Los pases de muleta
Después que los picadores dejan al toro hecho una piltrafa, el torero demuestra su «valor» dándole pases de muleta, agotándolo por el esfuerzo y la pérdida de sangre. El toro, además de mansurrón, es un animal miope, daltónico, torpe e ingenuo que embiste al trapo que agitan delante de él, creyéndole culpable de sus males. Llaman asesino al toro que no se deja engañar y embiste al torero.
Son el espectáculo público de la tortura sangrienta, cruel y prolongada de un mamífero superior capaz (como nosotros) de sentir dolor. La corrida no es más que una técnica de tortura, comparable a las que se emplean con los humanos, capaz de transformar a una persona entera en una piltrafa a la que se puede manejar como se quiera
Entrar a matar
Se trata de clavar la espada de casi un metro cerca de las vértebras para lesionar el corazón o algún vaso sanguíneo importante. Esto es la teoría y no pasa casi nunca. Lo más normal es que la espada sólo acierte a alcanzar los pulmones y que el animal agonice lentamente ahogado en su propia sangre, después de varios intentos infructuosos el toro todavía está vivo, agonizante, gimiendo lastimeramente, vomitando sangre y perdiendo la orina.
«El hecho de que algo sea tradicional no significa que sea positiva… Las corridas de toros son tradicionales por la cantidad de años que llevan realizándose y se han convertido en una expresión cultural de muerte y violencia. Porque alguien lo considere arte no se tiene que perpetuar cuando es a todas luces cruel, violento y nocivo para la sociedad. Es la tortura hecha espectáculo»
Rita Oyague, directora de la Asociación Perú Antitaurino
La puntilla, el arrastre y el descuartizamiento
Finalmente, se le da la puntilla para intentar seccionar la médula espinal. Si la médula no es seccionada sino sólo dañada, el toro no está realmente muerto, sino con un cierto grado de parálisis y es arrastrado vivo y consciente (en Murcia, en septiembre de 1979, el toro se levantó cuando era arrastrado). Aun en el caso de que la médula quede seccionada, la cabeza del toro sigue «viva» unos minutos, por lo que siente perfectamente el dolor al cortarle las orejas. El toro nunca llega totalmente muerto al segundo acto de la carnicería, en esa trastienda de la plaza donde ya no hacen falta lentejuelas para descuartizar. Lo más terrible de esta historia no es tanto morir como ser torturado hasta la muerte, por diversión. Y todo esto ¡en nombre de la virgen de la Macarena, de la virgen de la Soledad y del Jesús del Gran Poder!
Fuente La Garbancita Ecológica